domingo, 17 de junio de 2012

Crónicas Argentinas

Mientras empiezo a imaginar estas líneas, estoy sentado en un avión de LAN que lleva una hora de retraso. La razón del mismo: la policía aeronáutica decidió revisar nuevamente todo el equipaje del avión.

Desde un tiempo a esta parte, la mayoría de los vuelos de LAN sufre de algún tipo de sabotaje operativo y no es casual: dado que Aerolíneas no puede brindar un buen servicio, desde alguna dependencia oficial seguramente se ordenó perjudicar a LAN para que no se note la diferencia entre ambas compañías.

Más allá de la chicana competitiva por llamarla de alguna forma, hay un impacto económico notable en esta decisión: el valor del tiempo de las personas, algo que claro una mente tan limitada como la que ordena sabotear a LAN no puede medir.

Todo forma, lamentablemente, parte de un paradigma más obtuso aún que supone que son medidas que afectan a los ricos y que por ende engendran algún tipo de justicia social. Me permito ver la misma línea de pensamiento en muchas otras decisiones de esta administración.

Insisto en este punto: no solo el paradigma es erroneo. el impacto económico de tales decisiones jamás ha sido cuantificado. Primero claro, por un tema ideológico que vuelve irrelevante la realización de dicho cálculo. Pero segundo y más significativamente, porque no hay materia gris detrás de este modelo. Se trata simplemente de perjudicar a determinadas personas y de generar tensión social como forma de construcción de poder. No por nada es un gobierno que ha hecho de la épica una forma de gobernar.

Somos en principio un país con recursos suficientes para abastecer a la población de 40 millones de personas. Al menos debería alcanzar para que nadie se muera de hambre. Ahora claro, para que eso suceda, administrar correctamente el bien común es esencial.

En este punto podemos empezar a discutir el rol del estado. Queda bastante claro que para el oficialismo, el estado es el motor del cambio y la obra pública (o al menos los anuncios de...) el eje propulsor del modelo económico. Aunque pienso distinto, puedo aceptar esa visión con una condición: una vez definido el rol del estado y las reglas de juego, hay que dejar jugar. Y eso acá no sucede sencillamente porque las reglas son variables, es decir, no son reglas.

Haciendo un análisis muy naif de la situación el gobierno decide echarle la culpa al contexto mundial y anuncia planes para crear 400,000 viviendas. Lejos de las grandes cortinas de humo y los anuncios del atril presidencial, encontrás un país que impulsando las economías regionales y apostando a dinamizar el universo emprendendor podría generar una riqueza notable. Es increíble que eso no se perciba. Tal vez haya que viajar menos en helicóptero y pensar un poco más en el significado económico que tienen un feriado adicional, los piquetes, las chicanas competitivas como las que mencioné al principio...

¿Cuanta plata estaremos dejando de generar por estos motivos? ¿Cuanta gente está dejando de comer hoy en Argentina como resultado de estas y otras prácticas? Ojalá alguien se pusiera a medir esto en vez de pensar solamente en las encuestas y en el impacto de los anuncios glamorosos.

En lo personal, lo que más me duele es saber que mi padre soñó para mi un país distinto que nunca llegó a conocer. Yo tengo la casi certeza de que yo tampoco lo voy a poder ver. Y lamentablemente la inquietud de pensar que mis hijos seguramente tampoco lo van a poder ver. ¿Hace sentido pensar hoy en Argentina? ¿No será el momento de aceptar que la cosa solo va a empeorar y emigrar con la esperanza de buscar los mismos horizontes para nuestra descendencia que nuestros abuelos buscaron cuando vinieron a este país?

Los oficialistas dicen que todo el mundo está complicado. No deja de ser cierto...pero eso es conformarse con poco. De hecho no es solo la foto de hoy, sino el futuro lo que más me perturba. En un país normal, el vicepresidente estaría de licencia y la presidenta investigada por mal uso de los fondos públicos. No necesita usar el avión presidencial para mandar a su hijo a un hospital privado. ¿Porqué mejor no ordena Aerolíneas Argentinas y mejora los hospitales públicos? Eso es lo que sucede en cualquier país normal. Pero claro, este no es un país normal.

Ya estoy de regreso. Mi vuelo de LAN otra vez tiene un retraso de una hora, esta vez porque el aeroparque no está operable. Mi madre que viajó 24 hs después también llegó una hora más tarde por una huelga sorpresiva de personal de tierra. Demasiadas casualidades...

Mejor dame mi ración de batata y queso mientras empiezo a imaginar en que lugar del universo voy a pasar el resto de mis días. ¿Quedará muy lejos la luna?