Cansado
ya de no ser un „blogstar“ y no tener más que unas pocas visitas a mi blog, he
decidido
buscar maneras alternativas de generar ingresos. Al final del día las
cuentas las tenemos que pagar todos por igual y cuando no alcanza para comprar
una porción de batata y queso, la cosa se complica.
Así las
cosas, pasé por la librería, me compré un par de libros de emprendedorismo y me
di a la tarea de generar una buena sesión de Brain storming o tormenta de
ideas.
La
cuestión es que después de analizar todo tipo de modelos de negocio, desde
vender paraguas robados en alguna esquina del microcentro hasta incursionar con
alguna cocina en el conurbano (cocina restó, por supuesto) llegué a la
conclusión de que el mejor retorno proviene de hacerse indígena.
Ya lo decía
mi abuelo, las minorías tienen su destino asegurado y yo de minorías se
bastante, a juzgar por el esfuerzo que le pongo a mi blog para mantener
contentos a un pequeño grupo de fanáticos.
A
partir de este momento y basado en mi análisis de mercado, mi nuevo apodo es
Millennium-Man y pertenezco a la tribu de los diaguitas. Y como buen descendiente de la tribu, lo
primero que voy a hacer es reclamar lo que me pertenece. En este caso, 4 manzanas
que se ubican en el radio que tiene por vértice a la esquina de Callao y Santa
Fe y otro el extremo en Juncal y
Montevideo. Si vamos a reclamar, reclamamos bien. Al final del día la tribu se
llama diaguitas y no „comegatos“: eso sería naturalmente en otro sector de la
recoleta.
Por
supuesto que para poder reclamar lo que me corresponde necesito un plan
estratégico y en mi caso voy a
empezar por incendiar algunos vehículos en la zona para atraer a las cámaras de
televisión. Allí me van a encontrar acampando en mi carpa de 4to grado desde la
que voy a denunciar a las autoridades por supuesta persecución ideológica y
apropiación ilegítima de bienes.
Ocurre
que Diaguitas ya no queda ninguno, así que la parte de la desaparición se da
por probada. Y para reclamar las tierras, atesoro un ticket del FuddRuckers y
unas fotos viejas que me saqué en el Cinema que demuestran que efectivamente
estuve en esa esquina en reiteradas oportunidades. Raid televisivo y un buen
discurso trosko de ese que compran los progres de barrio norte me aseguran unas
cuantas horas rotando por los medios.
Si todo
eso no llegase a prosperar, por supuesto que tengo un plan B: desempolvar los
libros y hacerme abogado militante. Me parece bastante claro que puede haber
una buena oportunidad defendiendo a los que en los próximos meses se la van a
pasar desfilando por los tribunales. Eso también está en el análisis que
realicé: bolsos con billetes no les faltan.
Por
supuesto que como todo revolucionario, también tengo mi precio: me tiran una horma
de batata y queso y vuelvo al laboratorio de ideas. Al final del día, es todo
lo que vine a buscar.

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