Cola en la caja del banco para pagar una cuenta muy cargada. En eso mi mirada hace contacto con un bebé de menos de 1 año que está atado a su cochecito mientras su mamá le hace una serie de preguntas a la representante de atención al cliente.
Y entonces se produce el siguiente diálogo intergeneracional: "vos si que tenés suerte. Llorás y te dan la mamadera o te arropan. Y te sacan a pasear por la ciudad en cochecito. No tenés que pagar ninguna cuenta...Ya quisiera yo ser como vos"
La respuesta fue contundente: "Pero yo quiero crecer. Yo quiero ser grande como vos, quedarme viendo tele hasta cualquier hora, comer cualquier cosa. Estoy harto de la mamadera y de que me aten al cochecito para salir a pasear...yo quiero ser libre, quiero escaparme, hacer lo que se me de la gana"
Juro que casi lo suelto. Solo me detuvo la fuerte presencia policial. Y el temor a que esa fantasía infantil se estrellara con la realidad de los que alguna vez quisimos crecer más rápido y hoy disfrutamos jugando a los autitos mientras esperamos que alguien nos acerque un rico nesquick.
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