"¿Papá, cuando te mueras, me regalás tu tren y tu computadora?" me disparó mi hijo de 5 años sin anestesia. Y ese pensamiento fue el combustible que necesitaba para sentarme esta tarde gris de invierno a escribir sobre un tema que siempre me atrapó.
Para mi la muerte es una certeza. Es algo tan cierto que siempre lo negamos, pero que tarde o temprano llega. Y es irreversible. Hay realmente muy pocas ciertas o seguras en la vida y la muerte es una de esas: estamos de paso, tenemos un tiempo finito para hacer las cosas y se terminó.
La segunda gran certeza es que nadie sabe cuando uno se encuentra con la muerte. Hay gente que la busca desesperadamente y hasta intenta quitarse la vida sin éxito y otra que se aferra a la vida y se muere tomando un vaso de coca cola. Algo así relata Viktor Frankl en su libro "El hombre en busca de sentido".
Después viene la discusión de que sucede una vez que te moriste. Hay quienes sostienen que te convertís en abono para la tierra y están los que creen que después de la muerte empieza la otra vida y que esa es la vida que realmente tiene valor.
Yo soy un abonado a esta segunda teoría y vivo esta vida con plena conciencia, tratando de hacer las cosas lo mejor posible, pero con las claras falencias de la raza. Tratar de ser mejor persona no significa en efecto serlo.
Solo espero que llegado el momento me digan: "bienvenido, te estábamos esperando". Aunque seguramente me digan: "primero tenés que ordenarte estos papeles y después hablamos". Y definitivamente no me gustaría el: "Vos no flaquito. Preguntá en la puerta de al lado". Me acuerdo que me lo dijeron un primero de enero en un boliche en Boston y no me gusto nada. Y claro, eso era solo una entrada a boliche.
En cualquier caso, al reflexión pasa por otro lado. Si crees que te toca un repechaje ¿En que momento dejás de ordenar papeles y te dejan entrar? No se cuando pasa eso, pero si me parece que mientras que los que vienen abajo tuyo estén tratando de reemplazar tu ausencia por algún bien que pudiste haber dejado, no vas a tener paz.
A ver si se entiende: no te toca ordenar papeles sino esperar a que los que vienen después los ordenen. Y seguramente también esperar a que todo el daño que podés haber causado, sabiéndolo o sin saberlo sea reparado. Por eso me pone muy contento cuando alguien viene y me habla bien de mi viejo o mi abuelo que ya no están. En la medida en que sus problemas y sus papeles estén en orden, podrán pasar a descansar.
En función de mi historia reciente además me permito creer que mi padre ya está descansando mientras que mi abuelo deberá seguir esperando a que sus hijos acomoden sus papeles. Algo bastante injusto para una persona que siempre dio más de lo que tenía.
Igual como todas mis teorías, siempre hay un punto oscuro, porque la atemporalidad de la vida divina se contrapone claramente con mi reloj humano que cuenta el tiempo en el purgatorio como capítulos de telenovela. Pero vamos a dejar eso para los metafísicos.
Supongo que voy a tener que esperar a que mis descendientes se repartan mi tren y la computadora antes de poder pasar a mi prometido descanso. En todo caso espero que mientras eso sucede me sirvan una buena porción abundante de batata y queso. Eso sería como tocar el cielo con las manos.
martes, 31 de julio de 2012
jueves, 19 de julio de 2012
Feliz día del amigo!!!
¿Donde radica el verdadero secreto de la amistad? ¿Que nos hace amigos de nuestros amigos? Vaya uno a saber. Bueno, en realidad tengo algunas teorías al respecto. La más respetable se basa en la hostilidad del mundo exterior. Como afuera todo es extraño y todo es peligroso, uno se refugia en un círculo de personas entre los que encuentra protección.
Y defino como "afuera" a todo lo ajeno al núcleo familiar, no necesariamente por vínculo sanguíneo sino por camaradería de equipo. El colegio es el ejemplo más claro de mi teoría: es el nosotros vs. los demás, siendo los demás las autoridades y todos los que claro no pertenecen a nuestra clase.
Es una teoría incompleta de todas maneras, porque claro dentro de tu misma clase también tenés un núcleo afín y otro hostil. Pero no pretendo explicar el origen de la amistad sino presentar mi reflexión del día de la fecha.
Mientras pasaba por la puerta de Moliere, una confitería muy famosa de barrio norte donde con varios de mis primeros amigos de facultad solíamos departir algunos viernes por la noche, recibí un mensaje de otro grupo de compañeros de colegio que se juntaban a comer algo para recordar los viejos tiempos.
Lo curioso fue que la organización que ya había comenzado temprano esta semana, era para el jueves que viene. Y fue eso justamente lo que me sorprendió: organizar algo en la Argentina de hoy para dentro de 8 o 10 días no se condice con nuestra realidad. Argentina es hoy y con suerte mañana si pudiste llegar al día siguiente. Pero no más que eso.
Y entonces me acordé de mi vida en Alemania. Era justamente el opuesto a esto: nada era hoy, porque claro todo estaba planificado de forma que tu realidad de hoy era la que vos sabías con no menos de 15 o 30 días de antelación.
Para muestra vale un botón: fuí a misa un domingo y el cura anunció que cambiaban los horarios. Al domingo siguiente por supuesto y como buen alemán, fui al "nuevo horario" solo para descubrir que los horarios en realidad cambiaban en 2 meses...el tipo estaba anunciando que en 2 meses cambiaba el horario,
No todo era tan risueño. Para ir a almorzar con alguien al mediodía tenías que pedir una cita con no menos de 10 días. Y no estoy hablando de un extraño: era la regla para cualquier compañero de trabajo. Nadie pasaba por mi mesa a invitarme a almorzar, porque claro todos tenían ya agendado con quién almorzaban cuando. A excepción de mis amigos de españa y latinoamérica que eran más casuales...pero esa era la excepción y no la regla.
Personalmente me parece muy aburrido tener que estar planeando con quién voy a ir a almorzar en 10 días, por lo que la mayoría de las veces almorzaba solo. Pero también es demente no saber si mañana vas a estar almorzando o corriendo a la cueva a comprar dólares o peor aún si siquiera vas a estar vivo.
De cualquier forma, a mis amigos de antes, a los de ahora, a los de acá y a los de allá, les deseo un muy feliz día y prometo verlos pronto para que comamos juntos una buena porción de batata y queso. Pero no me pongan fechas: no es que sea alérgico al calendario. es solo que estoy planificando mis próximas 12 horas de vida. Algo que en la Argentina de hoy no es poca cosa.
Y defino como "afuera" a todo lo ajeno al núcleo familiar, no necesariamente por vínculo sanguíneo sino por camaradería de equipo. El colegio es el ejemplo más claro de mi teoría: es el nosotros vs. los demás, siendo los demás las autoridades y todos los que claro no pertenecen a nuestra clase.
Es una teoría incompleta de todas maneras, porque claro dentro de tu misma clase también tenés un núcleo afín y otro hostil. Pero no pretendo explicar el origen de la amistad sino presentar mi reflexión del día de la fecha.
Mientras pasaba por la puerta de Moliere, una confitería muy famosa de barrio norte donde con varios de mis primeros amigos de facultad solíamos departir algunos viernes por la noche, recibí un mensaje de otro grupo de compañeros de colegio que se juntaban a comer algo para recordar los viejos tiempos.
Lo curioso fue que la organización que ya había comenzado temprano esta semana, era para el jueves que viene. Y fue eso justamente lo que me sorprendió: organizar algo en la Argentina de hoy para dentro de 8 o 10 días no se condice con nuestra realidad. Argentina es hoy y con suerte mañana si pudiste llegar al día siguiente. Pero no más que eso.
Y entonces me acordé de mi vida en Alemania. Era justamente el opuesto a esto: nada era hoy, porque claro todo estaba planificado de forma que tu realidad de hoy era la que vos sabías con no menos de 15 o 30 días de antelación.
Para muestra vale un botón: fuí a misa un domingo y el cura anunció que cambiaban los horarios. Al domingo siguiente por supuesto y como buen alemán, fui al "nuevo horario" solo para descubrir que los horarios en realidad cambiaban en 2 meses...el tipo estaba anunciando que en 2 meses cambiaba el horario,
No todo era tan risueño. Para ir a almorzar con alguien al mediodía tenías que pedir una cita con no menos de 10 días. Y no estoy hablando de un extraño: era la regla para cualquier compañero de trabajo. Nadie pasaba por mi mesa a invitarme a almorzar, porque claro todos tenían ya agendado con quién almorzaban cuando. A excepción de mis amigos de españa y latinoamérica que eran más casuales...pero esa era la excepción y no la regla.
Personalmente me parece muy aburrido tener que estar planeando con quién voy a ir a almorzar en 10 días, por lo que la mayoría de las veces almorzaba solo. Pero también es demente no saber si mañana vas a estar almorzando o corriendo a la cueva a comprar dólares o peor aún si siquiera vas a estar vivo.
De cualquier forma, a mis amigos de antes, a los de ahora, a los de acá y a los de allá, les deseo un muy feliz día y prometo verlos pronto para que comamos juntos una buena porción de batata y queso. Pero no me pongan fechas: no es que sea alérgico al calendario. es solo que estoy planificando mis próximas 12 horas de vida. Algo que en la Argentina de hoy no es poca cosa.
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