lunes, 24 de diciembre de 2012

Reflexiones de un 24 con 45 grados a la sombra

Siempre fui fanático del verano, la playa y el calor. Hasta que descubrí el invierno con nieve. A partir de ese momento cambié mis preferencias y mejor frío con abrigo que calor sin ropa. Igualmente es claramente una preferencia temporal: si estuviese viviendo en Siberia la playa, el mar y el calor extremos serían lo único en lo que podría pensar las 24 hs. del día. Supongo que esto formará parte de una próxima sesión de sicoanálisis.

Por suerte a la sombra de un aire acondicionado, me puedo tomar un tiempo para reflexionar sobre lo mal que estamos como sociedad. Y me abstraigo por un momento del gobierno de turno, definitivamente en las antípodas de mi pensamiento. Ellos están en ese lugar por un motivo muy claro: la ausencia de una propuesta superadora del otro lado y el conformismo de muchos que preferimos mirar y opinar a hacer y construir.

Hay sin embargo, un enemigo abstracto mucho peor: se llaman encuestas. Las encuestas, de las que abusan tanto el oficialismo como la oposición han reemplazado en la práctica a los principios y los valores. Esa transferencia hace que no haya posiciones firmes y que un mismo problema pueda ser importante o irrelevante o incluso bueno o malo en un corto lapso de tiempo.

Así las cosas, un día de 45 grados de calor es muy probable que la población demande piletas gratis para todos y todas, mientras que la demanda 48 hs. después del golpe de calor sea control a las compañías de seguros que no quieren pagar el granizo que seguramente caiga en un par de horas.

Una oferta electoral basada en principios y valores sería atemporal y defendería incluso la construcción de piletas para el verano en pleno invierno. Una oferta electoral basada en encuestas es calefones en invierno y piletas en verano. La diferencia es clara: la primera construye en el tiempo mientras que la segunda es solo contextual.

La sociedad en la que estamos viviendo se la pasa midiendo el minuto a minuto como si fuera un canal de televisión. De hecho todo se mide en términos de un período de tiempo muy corto: si mide bien sigue y sino, se rompe y se pasa al siguiente, que seguramente es el opuesto.

Hace 4 meses Cristina leía una oda a los barrabravas, destacando su valor al dejar la vida en un para avalanchas. Ahora se queja de que los jueces, después de actos de vandalismo los suelta a los 4 días. Macri por su parte dice al aire en un programa de televisión que "no puede opinar sobre la expropiación de la rural, porque es una noticia reciente y no tiene elementos". Lo que no tenía a mano era la encuesta para decir si a sus votantes la idea les parecía buena o mala.

No creo que ningún país se pueda construir basado en las encuestas. La constitución es justamente lo opuesto a las encuestas: es el conjunto de valores y normas que rigen a una sociedad independientemente de lo que quiera la población en ese momento en particular. Por eso justamente es que no se debe cambiar en función de las encuestas.

Las necesidades de la población pueden cambiar en función del clima. Los principios y valores son por el contrario, inmutables. Cuando la oferta política se  defina por estos últimos, incluso a pesar de las encuestas, estaremos empezando a construir una verdadera nación.

Yo por lo menos en esto me mantengo firme: estoy yendo al supermercado a comprar mi postre favorito para esta nochebuena. Que nunca falte una buena porción de #batatayqueso en mi mesa. ¡Feliz Navidad!

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