viernes, 4 de octubre de 2013

Los fantasmas del pasado...

Siempre fui una persona muy miedosa. Detrás de una máscara de seguridad y a veces de hasta indiferencia o soberbia al nivel de la mala educación, se escondía una personalidad microscópica con una vida interior que no tenía nada que ver con lo que exteriorizaba.

Incluso la parte interactiva que logré sacar con tiempo y años de esfuerzo, sobretodo al descubrir que el mundo le pertenecía a los extrovertidos (esto último tal vez tampoco sea tan así, pero así lo vivía), tampoco me hizo justicia. Ese tampoco era yo. O tal vez si, pero de otra manera.

¿Y quién era entonces? Bueno, eso tampoco lo se con certeza. Seguramente un enano mental o más posiblemente el fantasma de la ópera que se escondía en los sótanos del teatro. Un tipo con cierta clase de talento pero con un alto grado de represión.

Será por eso que soñaba con que ser el mejor tenista o tocar a guitarra en una banda de rock o dar la vuelta al mundo o vaya uno a saber cuantas otras cosas. Y mientras soñaba e imaginaba todas esas cosas, el tiempo pasaba inexorablemente y yo seguía siendo el mejor tenista en el cuarto de mi casa.

Definitivamente hubiera sido mucho más útil salir a la cancha y descubrir que no lo era o tirarle un beso a alguna de las chicas con las que salía y ver si me daban vuelta la cara o si había pique. Solo que me resultaba mucho más fácil mantener todo en un plano imaginario que enfrentar la realidad.

Y así se mantuvo hasta que los años me pasaron por arriba. Porque claro nadie empieza a ser tenista a los 30. Pero lo que me llama más poderosamente la atención es que muchas de las historias que no viví no se fueron. Están ahí. Son fantasmas que merodean y me acechan atormentándome aquí y allá solo porque están en mi imaginación. Si en algún momento hubieran salido del plano imaginario y los hubiera contrastado con la realidad, se habrían esfumado para siempre, para bien o para mal. Como no lo hice, siguen dando vuelta...y no está bueno.

Me podría hacer una lista infinita de cosas que quise haber hecho y que no hice. Cuentas que vienen desde el primario cuando por ejemplo no tiré mi avión de madera balsa el día de la primavera como todos mis compañeros de colegio o cuando no fui elegido para ser ball-boy de un partido de Copa Davis por el pánico que me produjo la situación.

Voy a excluir de mi lista de todas formas todos los besos que no di, porque primero no me consta que los hayan esperado y segundo porque estando casado mal podría ahora dedicarme a salir a ver si alguna habría querido ser mi novia. Pero con eso afuera, tengo igual una banda de cosas que me hubiera gustado hacer y que no hice. Fantasmas que me perseguirán por el resto de mi vida y que me recordarán por siempre que no hay nada peor que no vivir lo que tenemos que vivir.

Al menos hoy tuve la suerte de asistir a una clínica de tenis con Jaite y hasta me dí el lujo de jugarle un par de puntos. Queda así saldada la cuenta que tenía cuando a los 10 también había sido invitado a jugarle en el court central del lawn tennis y me fugué por la puerta del costado. Y Si alguna vez la veo a Pink en la calle y tengo una guitarra a mano le voy a pedir que cante esta canción conmigo.


Algunas otras cosas, lamentablemente no las voy a poder vivir, porque lo que no se vive en el momento que corresponde, mejor no vivirlo nunca. Nada peor que el vino hecho vinagre.


Y hasta ese momento, continuaré encerrado en mi casa comiendo mi postre favorito: una buena porción de batata y queso contribuye a mi autoestima y salud mental. Lo mismo que este blog.





viernes, 23 de agosto de 2013

Mitos Urbanos

Desempleado como estoy, salí a dar una vuelta por el barrio de toda mi vida, camino a encontrarme con una ex compañera de facultad para conversar sobre el mercado laboral y nuestra realidad.

Es increíble, pero durante muchos años lo que yo conocía como mi barrio no eran más que unas pocas cuadras. Limitaba hacia el norte con la avenida Juramento y hacia el oeste con Cabildo, ninguna de las cuales podía cruzar solo.

Vale decir, el cruce de Cabildo y Juramento era un vértice al que podía llegar solo para ver las otras 3 esquinas y su continuación. El otro vértice sobre Cabildo me lo daba la avenida Federico Lacroze y hacia el este, cerraba con Luis María Campos.

Así que hasta los 12 o 13 años vivía en esas manzanas a las que consideraba barrio, siendo el resto del mundo todo lo que quedaba fuera, a lo que solo accedía cuando mis padres me llevaban en auto a algún lugar.

Y aún en ese espacio tan limitado ya existían los mitos urbanos. El primero hacía referencia a una casa abandonada que estaba a una cuadra de mi colegio, sobre la calle 11 de Septiembre. Que había una bruja, que era una casa con fantasmas y algunas otras cosas por el estilo, dicha casa era solo visitada por algunos compañeros amigos de las películas de terror que volvían siempre con historias que amplificaban lo que todos suponíamos y contribuían a la construcción del "El Mito".

Pero no era el único. Al menos no el que más me aterraba. Sobre la calle Virrey del Pino, en la esquina con Arribeños, estaba la embajada de Cuba. Esa embajada lindaba directamente con la casa de mi tío sobre Arribeños y el departamento de mi abuela en Virrey del Pino.

Tenía estrictamente prohibido pasar por la puerta de dicha embajada. De hecho si quería ir del departamento de mi abuela a la casa de mi tío, me daba mejor dar la vuelta a la manzana recorriendo 300 mts. en vez de los 50 que haría cualquier persona normal. ¿El motivo? Otro mito: que en la embajada de Cuba robaban niños a los que enviaban sin más a la isla de Fidel. Perdían para siempre el contacto con sus padres y familiares.

Me resultaba sospechoso que ninguno de mis primos haya jamás desaparecido y recuerdo haberlo planteado como argumento en alguna ocasión. La respuesta fue letal: "no serán tan apetecibles como vos, pero hace lo que quieras".

Hacé lo que quieras era todo lo que necesitaban en mi casa para que no hiciera lo que quería. Ni cruzaba Cabildo y Juramento ni pasaba en frente de la embajada de Cuba. Un mundo perfecto de 7 manzanas que me contuvieron hasta que empecé a hacer lo que quise.

Hay mucho de eso en este país en este momento. Una serie de personas diciendo que cosas no tenemos que hacer o lo que es peor, diciéndonos que cosas tenemos que hacer mientras ellos hacen lo contrario y un temor generalizado a salir de un lugar determinado, no porque esté bueno, sino porque lo otro es peor.

Tomalo de alguien que estuvo 2 años en Boston y otros 2 en Alemania: esto es mucho peor. Como la zorra de la fábula de Esopo, nos conformamos con no comer las uvas porque están verdes. La realidad no es esa y solo hay que salir un rato del país para comprenderlo. Son justamente los que no quieren que la cosa cambie porque se benefician con el status quo los que nos prohiben cambiar. No deja de ser un mito urbano.

No son en cambio mitos la inflación, la inseguridad ni la corrupción. Están ahí, aparezcan o no en las tapas de los diarios. Lo niegue quién lo niegue.

Había un tercer mito: comer y no convidar te hacía crecer un sapo en la barriga. Espero que no se cumpla, porque yo voy por una porción de batata y queso y no pienso compartir. O bueno, tal vez si. No sea cosa que me crezca un sapo.


martes, 13 de agosto de 2013

Crónicas de un opositor abatido - 2da parte

Tenemos un país único e irrepetible. Me animo a decir que somos una tierra de inventores audaces en la que todos podemos ser felices. Dejemos para los países centrales el modelo de democracia donde uno gana y todos los demás pierden. En el fondo eso no es otra cosa que una democracia de origen capitalista. Nosotros nos merecemos algo mejor.

En primera instancia la democracia de allá tiene 3 o 4 partidos.  Tal vez cinco. Es como el McDonald's de la democracia: no es la cosa verdadera sino una representación antojadiza de la verdadera democracia.

Esa es una primera diferencia: acá queremos "the real thing", la democracia representativa como la pensaron los griegos, donde todos votamos todos. Y para que todos podemos votar todo, cualquiera tiene que poder armar un partido político juntando algunas firmas y participar.  Nada de andar frustrando a la gente de entrada. Eso no genera más que resentimiento y es no es bueno en el país del amor.

Ahora claro, en este nuevo modelo nacional y popular ya aprendimos que cuando adaptamos algo que funciona bien afuera al sabor local, tenemos que revisar todo el proceso. Porque en el fondo, si vamos a dejar participar a todos para que solo uno gane, estamos mucho peor. Sería como jugar a la raspadita.

En esta verdadera democracia no queremos ese modelo del ganador arriba y los perdedores abajo. Nosotros queremos una democracia que tenga tantos ganadores como participantes. Que seamos todos ganadores y punto. Después de todo, si no tenemos guita, al menos dejemos que la gente se sienta bien.

El viernes pasado me quejaba de que ninguno de los políticos hubiera asistido en forma fehaciente al cacerolazo del #8A. En mi imaginación veía un gran escenario donde las 25 listas opositoras al modelo se pasaban el micrófono y arengaban a los votantes a elegirlos. Pero eso era solo mi imaginación. Eramos Millenniumman +10 y no miento. La próxima avisen y me quedo caceroleando en mi cocina, así por lo menos no molesto a nadie.

Recién el domingo por la noche pude entender porqué pasó eso: estaban todos muy ocupados preparando los festejos de su victoria. Todos separados por supuesto, porque en este modelo democrático con 25 partidos y 25 ganadores, todos tienen que tener también derecho a celebrar.

Así estaba Mauricio bailando cumbia con Antonia, festejando que había quedado primero en la capital y había hecho una buena elección en Santa Fe y Entre Ríos, que lo perfilaba para el 2015.  Y así estaba festejando también Carrió, que si sumaba todos los votos de las 4 listas de su espacio, era primera en capital y era también presidenciable.

En otra fiesta, Alfonsín y Stolbizer festejaban que eran la primera fuerza opositora a nivel nacional y por ende seguramente presidenciables de cara al 2015. Y por su puesto también había una fiesta en el frente renovador de Massa, que festejaba que era primero en la provincia y claramente un candidato de fuste para el 2015. Hasta había una fiesta en lo de Pitrola, que llegó al 1,5% de los votos y se aseguraba la participación en Octubre, donde seguramente va a poder volver a celebrar.

Pero lo más curioso es que también en el bunker de Cristina se festejaba, porque según muestra el gráfico que adjunto, su partido era la primera fuerza a nivel nacional de esta pre elección, algo que ella misma se encargó de aclarar.

Y es que en este modelo K de democracia Nacional y Popular, no importa tanto cuanto festejen los opositores. La sortija se la queda siempre la doña. Entre risa y canto, Cristina, que se quedó con la mitad de los votos que tenía en el 2011, volvió a ganar. Y mientras los chanchitos celebran en su casa hecha de palitos sus victorias individuales, ella intuye que con un par de soplidos le alcanzará para seguir gobernando a su antojo. Y créanme, tiene bastante razón.

Lo digo lisa y llanamente: yo no estaba celebrando mucho. Por supuesto que me alegra saber que Cristina dejó de tener el 54% de los votos y que la gente no vota solo con el choripán. Pero me hubiera gustado ver a los opositores construyendo una verdadera casa de ladrillos, esto es, articulando un verdadero espacio que en el 2015 pueda definitivamente dar por tierra con este modelo ineficiente que convierte en triunfadores a actores de reparto y financia las fiestas con nuestro dinero.

Les tengo malas noticias muchachos: ella todavía tienen el 30% y cada uno de Uds. no llega ni siquiera al 15%. Póngase de acuerdo Uds. en como van a hacer para llegar al 50% en el 2015. Yo les prometo que los voto.

Menos mal que por lo menos el chino de la esquina me traficó una lata de dulce de batata y un buen pedazo de queso fresco. Tanto festejo del otro lado de la pantalla me produjo un hambre atroz.


viernes, 9 de agosto de 2013

Crónicas de un opositor abatido...


A las puertas de las primarias del próximo domingo, me animo a tirar un resultado: volvimos a perder. Y el resultado es independiente de si Massa finalmente le gana a Insaurralde o si Filmus sale tercero. Me imagino la foto del día después y no está buena.

Del lado de enfrente la oferta está muy clara: un grupo de poder con una maquinaria muy aceitada que se dedica a dilapidar nuestro dinero con el único objetivo de perpetuarse en el tiempo y de esa manera poder seguir mal administrando y tomando lo que no les pertenece.

Esa construcción, a la que ellos llaman "modelo" y "década ganada", no es otra cosa que la distribución ineficiente de dineros públicos provenientes de nuestros impuestos. Además de repartirlos en forma indiscriminada entre amigos y grupos afines a la construcción del poder, lo toman lisa y llanamente para comprar con el mismo voluntades, propiedades y empresas para su posterior usufructo personal.

Así podés ver como una serie de personas, muchos de ellos funcionarios, se enriquecen de la noche a la mañana. Por supuesto que el dinero también compra jueces, fiscales y hasta opositores de forma que el crimen quede impune. Y encima beneficia a un grupo amplio de la población en forma directa o indirecta, generando una base electoral sólida.

A ese grupo se le suma un segundo círculo de ciudadanos que son independientes pero tienen una mirada de la realidad cercana a las banderas que el gobierno dice defender. En este caso, votan a favor del gobierno con cierto resquemor, porque saben que les están robando, pero se justifican en el "todos roban y al menos estos me dicen lo que quiero escuchar". Bastante pobre por cierto.

Pero ese en realidad no es el problema. O sea, ese es solo el 30% del problema. El verdadero problema somos nosotros, el 70% restante y nuestros representantes.  Dos imágenes sirven para entender que es lo que pasa.

Sintonicé el miércoles por la noche el programa "A 2 voces" del grupo Clarin. Pude ver no menos de 15 propuestas distintas de cara a las elecciones. Pueden haber sido incluso algunas más. Estas 15 propuestas no eran tan distintas entre si, o al menos tenían elementos en común, pero se presentan en forma independiente, lo que es de por si bastante ridículo, porque en definitiva todos los opositores tenemos el mismo problema: queremos que el gobierno cambie.

Al ser tan abierta la oferta, cada uno nosotros va a elegir la lista que sienta más cercana y eso es un nuevo problema, porque mientras todos ellos, los que se benefician directamente con el modelo o los que simpatizan en alguna medida con el mismo votan todos igual, nosotros dividimos nuestra preferencia entre 15 listas. Si cada una compite por el 70% de los votos, en promedio cada uno saca menos del 5%.

Pero es peor aún, porque cuando aparece una lista que combina distintos grados de opositores como la del frente renovador de Massa, nos parece mal, porque claro, como vamos a votar a un rejunte. En esa lista sábana además se esconden muchos que son parte de lo que identificamos como "el problema", en mi caso por ejemplo De Mendiguren, al que nunca podría darle mi voto.

Y para colmo de males, se organiza un cacerolazo para salir a la calle y decirle todos juntos a este gobierno que es un verdadero mamarracho y por un lado la gente no sale espontáneamente a la calle y más llamativo aún, ninguna de las 15 propuestas electorales se hace eco, moviliza estructuras o siquiera deja mostrar un stand con fotos y listas de los candidatos.

¿Porqué no vi caminando a mi lado a ninguno de los 15 partidos que el miércoles por la noche me pedían su voto en un programa de televisión? ¿Porqué no quisieron salir de la virtualidad de la pantalla desde la que me torturaron con sus infortunados avisos durante las últimas semanas? Tal vez porque no pueden demostrar en la calle lo que me venden por televisión.

Mucho más probablemente, porque son parte del problema que tenemos los que estamos del lado de acá: somos incapaces de mostrarnos unidos, de estructurar una propuesta conjunta y de privilegiar el bien común por sobre el beneficio personal. ¿Cómo se van mostrar unidos y caminando en la misma vereda ellos, nuestros dirigentes, si nosotros no somos capaces de hacerlo? Somos poco más que mediocres y lamentables y tenemos los dirigentes que nos merecemos.

Lamentablemente hasta que no podamos conversar, unir esfuerzos y estructurar una propuesta conjunta cuyo todo sea mucho más que la suma de las partes, nos vamos a tener que conformar con esto que tenemos hoy. Y no está bueno.

Solo me resta pedirle a Moreno que por favor me congele el precio del dulce de batata y el queso fresco. Con el postre vigilante no se jode viejo.

lunes, 15 de julio de 2013

90 minutos....

El otro día un grupo de amigos me reclamaba que volviese a escribir. Dicen ellos que se ríen mucho con mis notas de color y que cuando no publico, terminan leyendo material de segunda.

La verdad, es que como todo en la vida, para poder escribir, primero hay que leer. Es como un orden natural. Salvo que puedas generar historias de la nada, la inspiración surge muchas veces de leer primero a otros. No tanto de plagiar sino imaginar a partir de la imaginación de los demás.

Y para poder leer, necesito tiempo, algo que no tengo muy a menudo porque vivimos a en un mundo terriblemente contaminado de urgencias. De hecho, si es cierto que uno siempre desea lo que no tiene, mi sueñõ hoy es irme a vivir a un pueblo en el medio de la nada, donde pueda cosechar algunos vegetales y echarme a leer. Sería como el retiro previo a mi reencarnación en un escritor serial.

En cualquier caso, de la falta de tiempo también pueden nacer ideas que llenen las hojas en blanco de mi blog. Eso exactamente es lo que aconteció el miércoles próximo pasado, cuando que perdí 90 minutos de mi vida haciendo la cola en un service para retirar un equipo que nunca apareció.

Definitivamente cualquier persona en su sano juicio diría que esos 90 minutos no valen nada. Hasta incluso la empresa de servicio técnico podría resarcirme pagándome 3 veces lo que cobro hoy por 90 minutos de mi trabajo y seguirían siendo tan solo unas pocas monedas.

Y sin embargo a mi, esos 90 minutos, me costaron mucho. Son los 90 minutos que perdí en hacer una diferencia para alguien. O en un pensamiento más egoista, 90 minutos en los que pude haber disfrutado del afecto de mis hijos que están de vacaciones. o de sentarme a leer el nuevo libro de la travesía de Magallanes que me acaban de regalar.

Y me los consumí inútilmente haciendo una cola y protestando frente a un cajero sin respuestas que solo atinó a decir: "consiga su ticket y vuelva mañana". Si, claro. para seguir regalando otros 90 minutos de mi tiempo. Mejor no.

Pero es mucho más que eso.  Esos 90 minutos que desperdicié en esa inútil tarea, huyeron de mi para siempre. Porque esos 90 minutos que malgasté y que hoy valen casi nada, en algún momento de mi vida van a ser todo lo que voy a tener.

Cuando tenga noventa y muchos años, 90 minutos van a ser infinitamente valiosos, porque tal vez sean todo lo que me quede de vida. Y entonces voy a atesorar cada minuto como si fuera un año y no los voy a andar regalando por ahí. Porque en mi humilde opinión, nadie te regala un día de su vida. Ni pensar en un año. O tal vez si, pero no para hacer una cola en un service.

Lo bueno de esto es que de ahora en más y hasta el día que me muera, voy a dejar de ir por el mundo quemando 90 minutos mientras observo como se acumulan las cenizas, toda vez que su valor se vuelve infinito al final de la curva de los años.

Y es así como cierro el círculo de lo maravillosa que me parece la vida. Si esos 90 minutos que aparentemente perdí me sirvieron para darme cuenta de lo futil de mi existencia, tal vez en el fondo lo único que hice fue perderlos hoy que valen muy poco para ganarlos mañana donde van a valer mucho más. Si fue así, no estuvo tan mal la cosa.

 Suficiente por ahora. Disfrutando de una rica porción de mi postre favorito, me retiro a planificar como utilizar mejor todos esos 90 minutos que me quedan desde este momento hasta el final de mi existencia.

jueves, 27 de junio de 2013

Mis encuentros con Dios...

Cada día que pasa estoy más convencido de que la vida es un juego. Hoy justo estuve en una charla donde se planteó la insignificancia del hombre, o mejor aún la pequeñez de todo respecto del universo.

Ese punto que se ve en la foto es la tierra visto desde 6,000 km de distancia. Desde ese lugar nos damos cuenta que no somos nada, que todo es absolutamente pasajero y que no vale la pena hacerse mucho drama, porque el problema más grande que tenemos es del tamaño del átomo de un grano de arena.

Y si la cosa es así, la vida es un juego. Un juego donde cada uno tiene una misión, un objetivo, una  razón de ser. No existe la casualidad, sino la causalidad. Desde niños, nos juntamos con aquellos que entendemos nos van a ayudar a cumplir nuestra misión y nos enfrentamos a aquellos que tienen misiones contrapuestas a las nuestras.

No se si hay mejor o peor. En todo caso, en función de las cartas que recibimos al empezar el juego nos parecerá mal aquello que nos es ajeno y que se opone a nuestro objetivo. Tal vez el día del juicio final, en el que si creo, aquellos que eran nuestros peores enemigos sean salvados, en tanto y en cuanto cumplieron su objetivo y aquellos que nos sentíamos seguros por haber seguido las reglas, nos encontremos en una posición más incómoda.

Porque el juego de la vida no es el de pasar solo siguiendo las reglas. Se trata de cumplir los objetivos que nos entregaron al empezar el juego. Si no los cumplimos, la buena conducta por si sola no nos va a salvar. Es más, hasta llego a pensar que aquellos que se portan mal tienen esa misión en la vida. Si no lo hicieran no estarían cumpliendo su objetivo y no tendrían razón de ser.

Hay otra cosa que tampoco podemos hacer: sentarnos a jugar con las cartas de los demás. Se nos dieron ciertas cartas. Pretender jugar con las cartas del vecino solo porque nos gusta más su vida que las que nos tocó en suerte supone la eliminación de nuestra existencia. No podemos vivir una vida distinta que la que nos toca: es como perder el objetivo.

Tenemos que jugar con las cartas que nos tocaron y tenemos que cumplir los objetivos que tenemos que cumplir. No hacerlo supone no alcanzar la satisfacción personal y no contribuir a la existencia del mundo. Y no debe haber nada peor que una vida desperdiciada.

Pensalo: tu vida vale mucho. Estamos para hacer una diferencia. Tenemos que dejar nuestra marca, sin perder la perspectiva de que todo lo que hagamos tiene el tamaño de un micrón. Pero toda la materia se compone de millones de micrones y nosotros somos parte de esa construcción. Tenemos que aportar lo nuestro por pequeño que parezca.

Yo por suerte ya descubrí cuál es mi objetivo en esta tierra: comer a diario una porción de batata y queso. Y postear notas de este estilo para patear conciencias y ayudar a mejorar el mundo. O al menos  a hacer más llevadera nuestra ínfima realidad de todos los días. Hasta la próxima.

PS: gracias a Emiliano Kargieman por ayudarme a pensar.


viernes, 24 de mayo de 2013

Que vivan Néstor y Cristina!

De adolescente sentía fascinación por la historia. Será que tuve 2 maestros notables, será que siempre me gusto leer o será sencillamente que me gusta la historia.

Me fascinaban la cultura egipcia, el medioevo, la revolución industrial y hasta las guerras mundiales. Había sin embargo un agujero negro en mi libro de historia: la historia reciente.

Estamos hablando de 1987/88 y el libro terminaba con 1 hoja dedicada al peronismo del 73, media de las juntas militares y un párrafo para Alfonsín. Me sabía a muy poco: de un libro de texto de 200 hojas, 2 eran de historia actual.  Como que le faltaba algo.

Por suerte ahora las nuevas generaciones tienen al Kirchnerismo que no solo se dedicó a escribir de vuelta toda la historia universal (sabías por ejemplo que Adan y Eva eran K? No tenían ni para la ropa y creían que estaban en el paraíso), sino que además en 10 años hicieron tanto que ahora hay un tomo para todo lo que pasó antes del 2003 y otro para los últimos 10 años. Y hasta se dedicaron a ponerle nombre a esta nueva era: la década ganada.

Es entendible que así sea. Un gorila como el que suscribe siempre admiró lo que pasaba afuera. Yo solo estaba interesado en la historia reciente pero para ver si el autor revalidaba mi "gorilismo". Para los del otro lado, los que forman parte del modelo, los que si están en esta "matrix", lo que pasa afuera no existe. Y en el fondo, si nos restringimos solamente a este país, en estos últimos 10 años pasaron muchas más cosas que en los anteriores 193. Es que en la Argentina K pasan cosas todos los santos días. Es como un continuado, viste?

Por eso es justo que este 25 de Mayo recordemos al pueblo que en 1810 quería saber de que se trataba, pero le debemos dedicar el 90% de nuestro tiempo a celebrar la llegada de Néstor y Cristina a nuestro planeta.

Pensemos un minuto. En 1810 el pueblo le pedía al rey que se vaya, que lo dejara ser independiente, que le devolviera su libertad y sus metales. 203 años después ese mismo pueblo le pide a ella que asuma su reinado, que acepte la coronación, que limite nuestra libertad y que se lleve todas las valijas con oro que quiera. No nos importa si hay una cava donde antes hubo una flor de caja fuerte. Queremos celebrar y punto.

Quedó bien claro que en 10 años ganamos mucho más que en los 193 anteriores. Vaya uno a saber porqué se le ocurrió a esos fantoches armar una revolución. Vivimos todo ese tiempo en las tinieblas del que no sabe lo que quiere. Por suerte después vino alguien que siempre supo lo que quiso: llevarsela toda a la bóveda. Y nuestros ojos se iluminaron para siempre. O al menos mientras De Vido mantenga los subsidios.

Argentinos, dejemos de pensar. Dejemos de soñar y de vivir. Somos un pueblo muy chato que nunca va a llegar a ningún lado. Coronemos pues mañana a Cristina reina eterna y disfrutemos este 25 de mayo de la alegría del que encuentra lo que ha perdido: ellos el oro que ahora se imprime en Ciccone (bendita revolución industrial), nosotros de los libros de historia llenos de historia reciente. Esos mismos libros que nos permiten ahora entender cuál fue la verdadera revolución de Mayo.

Yo mientras tanto me dedico a lo que más me gusta en la vida: disfrutar de una porción extra grande de mi postre favorito. Y que vivan Néstor y Cristina...!

viernes, 29 de marzo de 2013

Un postre muy vigilante...

-->
¿Cuánto falta para que los supermercados sean operados directamente por el gobierno? Y cuanto para que en las góndolas de los súper en vez de las marcas que conocemos, se ofrezcan otras como queso blanco Moreno o  Shampoo CFK? Cada vez menos.
En un nuevo y desquiciado intento por controlar la inflación el gobierno decide crear una nueva tarjeta de crédito para las compras en los supermercados. Parte del argumento es que las tarjetas cobran una comisión muy alta cercana al 3% por cada transacción.
La verdad es que el aumento de la canasta fue muy superior al 20% y que la única forma que tuvimos de protegernos de los aumentos fue comprando en el súper que tenía promoción con nuestra tarjeta.  No vamos a ser ingenuos tampoco: si nos dieron un 10% de descuento será porque subieron más que eso. Y el que terminó pagando el aumento fue justamente en que no tenía el plástico.
Ahora suponer que otorgar un plástico para todos con una tasa de interés ficticia soluciona el problema de fondo es engañarse. Todos sabemos que la causa de la inflación no la tienen las tarjetas de crédito, ni los dueños de los supermercados ni los productores. Tiene seguramente más que ver con el deficit de la caja pública y la impresión desmedida de billetes sin respaldo. 
Pero este gobierno solamente sabe  hacer una cosa: intervenir y destruir mercados, reemplazando la iniciativa privada por la inversión estatal. Empezaron por las tarjetas, seguirán por la administración de los supermercados y terminarán lanzando productos con marKa propia.
Y como muestra solo hace falta un botón. Pongamos el ojo en el mercado de las aerolíneas. Sin defender la gestión privada, el gobierno en vez de buscar a otro prestador decidió tomar el control total de la compañía. Tuve la mala fortuna de tener que viajar en la nueva aerolínea para todos los argentinos. Pero ese momento espantoso lo voy a dejar para un próximo posteo.
Lo único que les digo es lo siguiente: ni se les ocurra lanzar una lata de dulce de batata con la cara de él y un queso fresco con la cara de ella. Aunque en el fondo no sería una mala idea: siempre fue una pareja bastante vigilante. 
Por si las dudas voy a llenar mi heladera de un buen cremón y acopiar latas de mi dulce preferido. No vaya a ser que a algún iluminado se le prenda la lamparita y mi profecía se haga realidad.

domingo, 10 de marzo de 2013

Sweet Potato and Cheese...Policeman dessert

Siempre fui un cipayo vendepatria. En realidad esa es una definición injusta: me han acusado en repetidas oportunidades de ser un cipayo vendepatria. No creo que ese mote me quepa.

El solo hecho de tener un pensamiento afín a Sarmiento o Roca no deberían de por si encuadrarme en una definición tan categórica. Quiero a mi país tanto como cualquier otra persona que haya nacido en otra tierra y eso debería ser suficiente para que no me digan más cipayo.

Pero claro, en un país tan polarizado, donde sino pensás como ellos, sos un negado, seguramente el mote de cipayo me caiga como anillo al dedo.

De todas formas y dado que me siento en la obligación de limpiar un poco mi nombre, en este post vengo a denunciar al imperio colonialista que se quedó injustamente con nuestras islas. No solo se las apropiaron en forma ilegal, sino que ahora los muy ladrones se inventan una elección en la que no pueden perder. Siempre fueron piratas y esto no es más que otra de sus fechorías.

En la elección de hoy, van a sacar el 100% de los votos. Ni uno solo de esos colonos va a poder votar a favor de Argentina. Y todo porque los muy tramposos hicieron más trampa que Chávez.

Si lees bien la boleta, podés ver que hay 2 opciones:

- Vote SI si prefiere que las islas sigan perteneciendo al imperio británico.
- Vote NO si no quiere ser gobernado por Cristina, tener que usar la tarjeta de Moreno o convivir con la corrupción del gobierno K 

A las claras, una elección esteril con resultado asegurado de antemano. Por ejemplo, un colono, votaría por el SI. Y un cipayo gorila como el que suscribe por el NO. Ahora el NO del cipayo sigue siendo un SI a la colonia.

Yo, al igual que los otros 40 millones de argentinos, quiero que las Malvinas sean Argentinas. Es nuestra tierra, nos pertenece y además desde hace 30 años es suelo regado por sangre inocente Argentina.

Lo que si queda claro es que para que haya una elección justa, de este lado del mostrador hay que ofrecer algo decente. Solamente un grupo de necios puede elegir libremente vivir en un país sin reglas, donde el presidente ejerce el poder absoluto y en el que las reglas se ajustan a la necesidad del momento.

En primer lugar espero que podamos construir un país mejor para todos. Y en segundo que si la mayoría eliege vivir en este modelo, en las islas consiga mi postre favorito. Si le digo Policeman dessert lo más probable es que me encierren para averiguar mis antecedentes.

sábado, 19 de enero de 2013

Cristina, volvé por favor...!



Viniendo de un gorila como el que suscribe, esto va a sonar muy raro, pero hoy tuve un ataque de pánico imaginando que Cristina hubiese podido quedar presa en un pozo de esos que se hicieron en la guerra de Vietnam.

Lo que empezó siendo una plegaria del tipo: "¿porqué no la habrá agarrado una mina a la mina esa?" terminó en algo del estilo: "Menos mal que no le pasó nada a Cristina. Que vuelva apenas pueda"

Solo agarrar el diario, mirar lo que está pasando en Venezuela y llegar a imaginar que tal vez Boudou pueda quedar al frente de la república (republiqueta en opinión de este gorila) me hizo correr un escalofrío por la espalda. Con frases tan desafortunadas como: "las playas están repletas", similar al espantoso: "A vos no te va nada mal gordito", no se puede gobernar.

Yo se que vivir en Puerto Madero distorsiona un poco las cosas, pero hermano, ayer estuve caminando por la 9 de Julio y vi familias viviendo debajo de los árboles. Juro que no lo soñé, lo vi. De tan común ya es parte del paisaje urbano, pero cuando abrís los ojos, están ahí. Seguramente bolitas y paraguas indocumentados que cruzaron la frontera buscando un futuro mejor. No me debería preocupar, aunque claro, yo no soy vicepresidente.

No es el único problema. Los dueños de los lavaderos dicen que el Servicio Meteorológico Nacional los perjudica pronosticando lluvia cada 2 por 3. Habría que ver si el problema es el SMN o que cobran más de $100 por lavado. En cualquier caso el reclamo parece justo: si el Indec puede dibujar el índice de inflación: ¿porqué el SMN no va a poder dibujar las lluvias? Porque la lluvia si se nota cuando te moja el pelo? La lluvia es una sensación ¿o nunca te despertaste con la sensación de estar mojado?

Para descontracturar un poco me fui al shopping a comprar un accesorio para el celular. En 3 locales distintos el mismo accesorio salía $350, $289 y $279.  Es decir casi un 30% de diferencia en un mismo shopping. Nada que me sorprenda: hoy no hay precios de referencia para nada y 1 Kg de bananas te lo cobran según donde lo comprás.

Es uno de los problemas de la inflación: no poder tener una noción cierta de que valen las cosas en realidad. Lo único que sabemos es que el salario cada vez alcanza para menos, a pesar de las percepciones de nuestro amado vice presidente.

Y sino preguntale a Mauricio que quiere que paguemos $3,50 por el boleto del subte. Caro o barato eso depende un poco del valor del dolar que tomemos para medirlo. Si nos guíamos por el blue, que hoy ya está tocando los $7,50, está muy por debajo de la tarifa de los EUR1,25 que pagaba en Berlín por un servicio similar. Aclaro igual que la única similitud es que los 2 van por debajo de la tierra.

Como bien dice Cristina, pagar hoy USD 0,50 por el servicio local es, "Oh my god", un verdadero afano. ELLA lo sabe muy bien porque se la pasó viajando en el metro de París. A favor de Mauricio debo decir que prefiero que le cobren a quién si usa el subte y no a los que no lo usamos.

Y si algo le faltaba a este sábado lluvioso que atentó contra los dueños de los lavaderos, Román firmó con el Palmeiras y el Boca de Bianchi se comió 2 goles y un baile ante el inefable River Plate. Demasiadas amarguras para este gorila azul y oro.

Por eso te lo ruego Cristina: compadecete de nosotros, volvé pronto y asumí. Hasta te permito una cadena nacional. Como bien dice tu ¿amigo?Alberto Fernandez, este desmadre con EL no pasaba.